lunes, 29 de octubre de 2012

River Plate estaba para golear, pero se durmió y Boca Juniors se lo empató en el descuento

Boca alcanzó un inesperado empate en el Monumental. En el primer Superclásico después del regreso de River a Primera, el equipo de Falcioni remontó un resultado de dos goles en contra y empató 2-2 en tiempo de descuento. El Millonario no lo puede creer.



Pese al resultado final, la espera de 532 días para River y Boca movilizó más al local en el arranque del Superclásico. Ese tiempo que pasó desde el último enfrentamiento oficial de ambos generó una gran expectativa en la previa, que reflejada en las tribunas del Monumental, le dio un plus al Millonario.



Así fue que cuando se jugaba un minuto, una corrida de Rodrigo Mora derivó en una falta de Juan Sánchez Miño y en un tiro libre que iba a lastimar a Boca. Ponzio le dio con efecto al primer palo, lejos de las cabezas de los que esperaban en el área y la pelota, buscando el parante, se metió entre el fierro y el pecho de Orion. El arquero quiso sacarla con el cuerpo, se olvidó de poner las manos y gol.

El golpe, lejos de despertar a Boca, motivó a un River que se dio cuenta de que tenía las armas para volver a lastimar y no conformarse con una ventaja mínima. Y el Millonario empezó a mover la pelota con mérito propio y ayuda del rival. Sus primos no lograban anticiparse ni dar un pase a un compañero, siempre presionados por los locales.

Las malas noticias para River llegaron rápido también, pero no en el marcador. Es que a los 14 minutos ya había cambiado a dos de sus titulares, lesionados, por hombres del banco, agotando casi todas sus variantes. Ramiro Funes Mori y Martín Aguirre tuvieron que dejar la cancha con problemas en sus rodillas. Adentro González Pirez y Ariel Rojas.

La inseguridad de Orion, más la falta de precisión en los pases fueron factores determinantes en el primer tiempo para que Boca se vaya al vestuario con muchas dudas y un gol abajo en el marcador. Pero en la reanudación, el partido pasó a ser otro.

Ya sin Falcioni (expulsado porque el equipo volvió tarde al campo de juego), ni Clemente Rodríguez, reemplazado por Lautaro Acosta, Boca salió con otro temple en la búsqueda del empate. De hecho, a los 30 segundos casi lo consigue, con una corrida de Cristian Chávez por la derecha que terminó en un centro al área y en cabezazo desviado de Viatri, que entraba por el centro.

Ese arranque fue una exageración de lo que se vendría en los minutos siguientes. Porque aunque Boca salió en el segundo tiempo mejor que en el primero, con el correr de los minutos fue mermando en intensidad y en ideas para quebrar el arco de Marcelo Barovero.

Por eso, River fue por más. Aprovechando que los golpes de Boca no dolían, David Trezeguet fabricó una jugada por la izquierda, abrió para Carlos Sánchez, que estaba a la derecha y le dio juego a una combinación que iba a terminar en gol de Rodrigo Mora. El lateral vio cómo su compatriota uruguayo hizo la diagonal y lo habilitó para que el delantero eludiera a Orion y definiera para el 2-0.

¿Nocaut para Boca? No. Apenas 4 minutos después del segundo de River, Pablo Lunati vio una falta de atrás de González Pirez contra Acosta y marcó penal, que, a los 30, Silva transformó en gol.

Ese descuento despabiló a Boca. Cuando parecía que no daba para más y que el empate no iba a llegar nunca, una mala decisión de Almeyda (sacó a Mora, su mejor jugador) y un error de Trezeguet en ataque iban a terminar con el 2-2 en el otro arco. Leandro Paredes encabezó la contra, Albín tiró un centro para Silva y el uruguayo la peinó para que Walter Erviti definiera ante la salida de Barovero. Increíble final. Empate para un equipo que estaba muerto, en el tiempo de descuento.

Así, con ese final, se fue el Superclásico. River se atragantó el grito que tanto esperaba y ya había preparado después de pasar un año en la B Nacional. Lo merecía por el juego. Pero no. Boca se fue más contento, con un empate salvador, más allá de que dejó pasar dos puntos en la pelea por el campeonato.

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