jueves, 11 de octubre de 2012

Pablo Aimar o "el idolo de Messi"

Pablo Aimar ten铆a la cara como si el tiempo por all铆 pasara m谩s lento. Luc铆a la frescura de los tiempos de River y de los d铆as en que naci贸 su apodo m谩s conocido: El Payaso. Jugaba para un Valencia que parec铆a capaz de todo en Espa帽a y en Europa. Con H茅ctor C煤per como entrenador lleg贸 a la final de la Champions League; en el ciclo de Rafa Ben铆tez gan贸 dos Ligas y una Copa de la UEFA (hoy Europa League). El resultaba la inspiraci贸n en un equipo cuya solidez era la principal raz贸n de su protagonismo en la 茅lite. Aimar, en ese contexto, ofrec铆a la gambeta y el toque preciso; la habilidad con velocidad; la sorpresa y el asombro. En aquellos d铆as escuchaba elogios y frecuentemente era convocado a la Selecci贸n, aunque no tan seguido lo terminaban poniendo dentro del equipo. Mestalla lo aplaud铆a como antes lo ovacionaba el Monumental. Su f煤tbol consegu铆a adeptos con naturalidad. Sin saber, era profesor del mejor alumno posible.



No tan lejos de Valencia, en Barcelona, un chico del que hablaban maravillas se sentaba frente al televisor para verlo jugar. Al pibe que ya apodaban La Pulga le encantaba ese f煤tbol; se sent铆a identificado; lo viv铆a como propio. La adolescencia de Lionel Messi estaba en marcha. Y Aimar, su 铆dolo, era el espejo en el que eleg铆a mirarse para crecer.


La 煤ltima vez que se los vio juntos volvieron a dar cuenta de la afinidad. La semana pasada, por la segunda fecha de la fase de grupos de la Champions League, el Barcelona de Messi visit贸 al Benfica de Aimar. Duelo de magos en Lisboa. A pesar de que Portugal atraviesa una severa crisis econ贸mica -con recesi贸n y con desempleo- y de que el Barcelona devolvi贸 unas dos mil entradas, hubo tribunas repletas en el inmenso Estadio Da Luz. El diario Record, uno de los principales de Portugal, retrat贸 la escena con un pu帽ado de palabras: "Un rect谩ngulo verde y dos dioses del f煤tbol. Messi y su 铆dolo Aimar". Se saludaron, se desearon lo mejor, intercambiaron camisetas como en cada cita compartida.

El idilio tom贸 car谩cter p煤blico en 2002. Un Messi que llenaba de goles La Mas铆a respond铆a ante la consulta de Bar莽a TV: "Yo creo que cada uno es diferente. Pero tengo el estilo de Aimar". Y ofrec铆a elogios en su descripci贸n de adolescente ya con el f煤tbol en el alma: "Toca r谩pido, recibe r谩pido, antes de recibir sabe lo que tiene que hacer. Es impresionante la velocidad que tiene, c贸mo distribuye el juego, las bochas que mete..." La admiraci贸n nac铆a de cierta sensibilidad parecida, del modo de entender el juego. Hay m谩s: antes de que Messi fuera el de los r茅cords y el de los Balones de Oro, Aimar lo dec铆a sin vueltas: "No hay ninguno como 茅l".

El primer contacto sucedi贸 en el lugar en el que deb铆a suceder: un campo de juego. Aquel 18 de diciembre de 2004, en el Camp Nou, Messi todav铆a no era Messi. Era un entusiasmo de crack en marcha. En su espalda todav铆a no hab铆a lugar para la camiseta n煤mero diez; usaba la 30, un n煤mero propio de lo que era: un futbolista que pertenec铆a al equipo filial, el Barcelona B. En esa ocasi贸n, frente al Valencia, le toc贸 ir al banco por decisi贸n del entrenador Frank Rijkaard. Pero aquel partido en el que no le toc贸 ingresar tuvo un car谩cter especial para 茅l: enfrente estaba Pablo Aimar, ese jugador al que admiraba, su 铆dolo. E intercambiaron camisetas por primera vez. Lo cont贸 Messi varias veces: "Ten铆a unos nervios b谩rbaros, pero fui igual. Me sorprendi贸, porque Pablo sab铆a qui茅n era yo. No lo pod铆a creer. Fue un momento muy lindo, inolvidable. Esa camiseta la tengo entre mis mejores recuerdos y no me la toca nadie. Fue la primera camiseta que ped铆". Aimar lo viv铆a con gratitud: "¿C贸mo no iba a saber qui茅n era Leo? Me acuerdo de que en esos d铆as ya todo el mundo empezaba a hablar de 茅l y hab铆a tenido la oportunidad de verlo jugar. Cuando se me acerc贸, nos quedamos charlando un ratito. Yo tambi茅n tengo su camiseta guardada".

Messi lo repiti贸 el a帽o pasado: "Aimar es y ser谩 mi 铆dolo". El crack universal ten铆a a su futbolista favorito jugando ya en la Liga de Portugal, para el Benfica. Aimar vive del 煤nico modo razonable la condici贸n de referente del mejor de todos: como una celebraci贸n. Lo coment贸 a principios de este a帽o: "Las veces que le铆 o me han dicho que habl贸 de m铆, eso representa un orgullo muy grande. Que Leo haya dicho que soy su 铆dolo es una de las alegr铆as m谩s grandes que me dio el f煤tbol. Estamos hablando del mejor jugador del mundo desde hace cinco a帽os y si las cosas siguen como parece, va a devolver el Bal贸n de Oro cuando se retire...".

No estuvieron lejos de ser compa帽eros bajo cielo catal谩n. El Barcelona prentend铆a contratar a Aimar en tiempos en los que Messi ya empezaba a ser Messi. No se dio. S贸lo se cruzaron espor谩dicamente en el seleccionado argentino. Lo mejor lo exhibieron en 2007, durante la Copa Am茅rica de Venezuela, en el 4 a 1 a los Estados Unidos. Escribi贸 entonces Ladislao Mo帽ino, en el diario As: "Argentina quiere ver a Messi y al parecer sus compa帽eros, incluidos los patriarcas Riquelme y Ver贸n, tambi茅n tienen claro que hay que darle la pelota al ni帽o que todo lo regatea. Sin conoc茅rsele grandes exhibiciones con la albiceleste, todos han pasado por el aro y han aceptado que hay que entreg谩rsela. Es ley de f煤tbol que la pelota la acapare el mejor, que sea para el que decide los partidos, y ninguno de los que le rodean parecen discutir eso. (...) Tambi茅n Aimar fue otro acelerador que ayud贸 a reventar la pizarra de Bradley. Pese a que en los entrenamientos previos todo el mundo hablaba de que Aimar estaba para ser titular, Basile le dej贸 en el banquillo. Cuando entr贸, desconcert贸 a los estadounidenses, que ya estaban locos con Messi. La movilidad de ambos les desencaj贸 porque aparecieron toques intencionados hacia los costados, asociaciones naturales que acababan con el despliegue por afuera de los laterales y del propio Aimar. As铆 lleg贸 el tercer gol: una aparici贸n por afuera de Heinze cuyo centro lo remat贸 Aimar de cabeza. El cuarto fue otra obra del zaragocista, que aun贸 la precisi贸n, la sorpresa y la velocidad de T茅vez. F煤tbol de hoy: t茅cnica en velocidad. Messi y Aimar..." Una sociedad de encantos que, lamentablemente, no result贸 frecuente para la Selecci贸n. Jugaron juntos algunos ratos en apenas 13 encuentros.

Lo expres贸 alguna vez Sergio Batista, ex entrenador de Messi en la Selecci贸n: "Messi no habla mucho, pero siempre cont贸 que le encantaba el f煤tbol de Aimar, y que fue uno de los pocos jugadores a los que le pidi贸 la camiseta". Sin embargo, aunque conoc铆a esa afinidad no la aprovech贸 en la Selecci贸n. El 煤ltimo encuentro que compartieron con la misma camiseta fue el arduo y memorable 2-1 ante Per煤, en el Monumental, el d铆a de la lluvia, la agon铆a y el gol de Mart铆n Palermo. El detalle pas贸 inadvertido: era la 煤ltima puesta en escena de la perfecta sociedad que no pudo ser.

1 comentario:

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