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miércoles, 31 de octubre de 2012

Pablo Aimar, la biografía del ídolo de Messi

Pablo César Aimar Giordano (Río Cuarto, Provincia de Córdoba, Argentina, 3 de noviembre de 1979) es un futbolista argentino que actualmente juega como mediocampista para el SL Benfica de la Primera División de Portugal.


 

Trayectoria

De la mano de su padre, conoció el fútbol muy de cerca en su natal Rio Cuarto, junto a su hermano menor y amigos empezó a crear un talento de altísimo nivel, que a su corta edad repuntaba en elogios y se visualizaba en el a un futuro crack. Fue así como empezó su carrera deportiva en Asociación Atlética Estudiantes de Río Cuarto, y con base en su gran rendimiento y su proyección a futuro, fue y se probó en el Club Atlético River Plate. SI bien pasó las pruebas en esa ocasión, se volvió a Río Cuarto con sus padres. Daniel Pasarella meses más tarde llamaría al padre de Pablo para pedirle que trajera de nuevo a su hijo, y fue así como entró de manera oficial a las divisiones inferiores del Club Atlético River Plate. Luego pasó a formar parte de las filiales de Club Atlético River Plate y rápidamente se convirtió en el ídolo del equipo. Debutó en primera división el 11 de agosto de 1996 en un equipo plagado de estrellas, y que meses antes había conseguido la Copa Libertadores de América. Anotó su primer gol el 20 de febrero de 1998 cuando jugaba frente al Club Atlético Rosario Central. En su primer torneo Apertura consiguió anotar cuatro goles.

jueves, 11 de octubre de 2012

Pablo Aimar o "el idolo de Messi"

Pablo Aimar tenía la cara como si el tiempo por allí pasara más lento. Lucía la frescura de los tiempos de River y de los días en que nació su apodo más conocido: El Payaso. Jugaba para un Valencia que parecía capaz de todo en España y en Europa. Con Héctor Cúper como entrenador llegó a la final de la Champions League; en el ciclo de Rafa Benítez ganó dos Ligas y una Copa de la UEFA (hoy Europa League). El resultaba la inspiración en un equipo cuya solidez era la principal razón de su protagonismo en la élite. Aimar, en ese contexto, ofrecía la gambeta y el toque preciso; la habilidad con velocidad; la sorpresa y el asombro. En aquellos días escuchaba elogios y frecuentemente era convocado a la Selección, aunque no tan seguido lo terminaban poniendo dentro del equipo. Mestalla lo aplaudía como antes lo ovacionaba el Monumental. Su fútbol conseguía adeptos con naturalidad. Sin saber, era profesor del mejor alumno posible.



No tan lejos de Valencia, en Barcelona, un chico del que hablaban maravillas se sentaba frente al televisor para verlo jugar. Al pibe que ya apodaban La Pulga le encantaba ese fútbol; se sentía identificado; lo vivía como propio. La adolescencia de Lionel Messi estaba en marcha. Y Aimar, su ídolo, era el espejo en el que elegía mirarse para crecer.