viernes, 23 de abril de 2021

Santiago Solari: “El fútbol es un reflejo de su tiempo y de ese ombliguismo general que las redes multiplican”

Que evite las entrevistas no lo retrata desconfiado: le cuesta creer que tiene algo para contar. Cuando asume la mecánica pregunta/respuesta lo hace con la naturalidad del que no necesita estafar a nadie. No descalifica, no subestima, no condena. Lo que no tolera es la invasión, su intimidad es sagrada y ahí no entiende de concesiones. Se siente cómodo dando lo mínimo. “Todos los días leo los diarios españoles y argentinos. Estoy al tanto de todo lo que se puede estar sin ser parte del día a día. Siempre vuelvo a la Argentina, estuve para Navidad. He vivido en La Plata de chico y en Buenos Aires en distintas etapas y de todos lados uno extraña ciertas cosas. Pero Rosario es distinto. Rosario son las personas que quiero, que extraño y que viven ahí”. Poco más descubrirá de su vida privada Santiago Solari.

 


Explica el fútbol desde la pasión, sin la vanidad del científico, pero con rigurosidad profesional. Su auténtica obsesión es convencer a los jugadores. A los avelines de Real Madrid, a las superestrellas merengues o a su actual plantel del América mexicano. ¿Cómo? Siendo tan genuino como espontáneo. Amable, próximo. Humano. “Gestionar un equipo consume mucho tiempo y no deja días libres, pero intento no perder la perspectiva y tener otros propósitos personales. Procuro que el fútbol no abarque todo. ¡No hay que aburrir a los demás! También intento evitarlo en las conversaciones fuera del trabajo. Después de todo, ¿a quién le interesa si tal o cual equipo juega con línea de 5 o si usa marcación mixta en los córners?”, le cuenta a LA NACION desde el DF, donde se instaló en los primeros días de este año para continuar su carrera como entrenador.

 

Creció como un trotamundos al amparo de una familia que supo enhebrar sabiduría con sacrificio. La historia conocida: su padre Eduardo y su tío, Jorge. Los hermanos Esteban y David; Augusto, nieto del ‘Indio’… Amable y educado, no por eso le faltan calle ni barro. Bromea desprovisto de protocolos. De ideas claras y corazón caliente, jamás desatiende la periferia del fútbol. El envoltorio. Su pluma sensata, directa y elegante entretuvo e incomodó a algunos desde su columna, ‘El charco’, entre 2007 y 2013 en el diario español El País. Lo disfrutó, y no descarta volver a hacerlo. Perteneció a esa clase de futbolistas peligrosos, que viven bajo sospecha: los que piensan. Y no dejará de hacerlo, claro.

 

-¿El fútbol está cada vez más vanidoso? El creciente protagonismo de los entrenadores, la elevada cotización de los jugadores, la necesidad de exhibir casi todo en las redes sociales…

 

-El fútbol es un reflejo de su tiempo y de ese ombliguismo general que padecemos y que las redes multiplican. De todas formas, creo que la auto-promoción, el sermoneo constante o esa vanidad moralista que cualquiera se permite subido a un banquito en las redes no son más que eso. Posteos. Tomarse a uno mismo demasiado en serio es casi siempre una tontería.

 

-Sos reservado, cuidás tu intimidad. Pero arrancaste tu carrera como DT de Primera en Real Madrid, algo así como la vidriera del mundo, y la continuas en el América, el gigante mexicano. Audiencias planetarias, redes sociales, etc. ¿Con qué mecanismos te cuidas? ¿Te importa mucho lo que se dice de vos?

 

-No. Intento tener la misma distancia con respecto a la crítica que con respecto al elogio. Entiendo desde chico el entorno en el que se desarrolla esta profesión, tan comentada. Además, en el mejor de los casos, con suerte damos un poco de alegría al día de alguien. Aprendí pronto a distinguir entre mi trabajo y mi intimidad.

 

Jugar al ajedrez, leer a Borges y a Nietzsche entre tantos, escuchar desde los Stones hasta Portishead, sentarse al piano, recorrer museos, vibrar en recitales… Hablar, si tiene valor. “El pase es como la palabra. El pase es lo que te permite armar la oración. Ahora, si tocas sin sentido la frase no dice nada. Mucho toque y no se entiende nada. El sentido, en el fútbol, es el gol. De lo contrario, tocar es hablar por hablar”, escribió cierta vez. Casi un mantra más allá de la cancha también. No fue un futbolista convencional y tampoco es un técnico indiferente, pero no se monta en esa propaganda.

 

-El fútbol es talento, sí. ¿Pero la elite cuántas cosas más exige? Rebeldía, fortaleza emocional, rigurosidad profesional… ¿Podrías jerarquizarlas y quitar o sumar lo que entiendas adecuado?

 

-Llegar a la elite, en cualquier deporte, requiere primero de un largo ejercicio de monomanía. Se empieza a competir federado a los 6 o 7 años. Antes de debutar, un futbolista que llega a primera división tiene ya más de 300 partidos disputados y más de 1000 sesiones de entrenamiento. Por lo tanto, el fútbol es perseverancia. Es la constancia en el esfuerzo y la repetición que te permite ir desarrollando eso que llamamos “oficio”. El talento sin oficio no alcanza para la elite.

 

-Te dirigieron Del Bosque, Bielsa, Roberto Mancini, Ramón Díaz, Radomir Antic, Sacchi, Pekerman, Queiroz, Simeone, Ranieri, entre otros. ¿Reconocés en vos algo de ellos?

 

-He tenido la bendición de que cada entrenador me ha dejado con su ejemplo una enseñanza. Los mentores y los maestros son evidentemente una necesidad en nuestro desarrollo. Me considero muy afortunado de haber tenido buenos maestros de diferentes culturas futbolísticas (italianos, argentinos, españoles, portugueses, brasileños, mexicanos) que han enriquecido mi experiencia en el fútbol.

 

-“El fútbol es de los futbolistas”…, crecimos con esa sentencia, ese valor de propiedad. ¿Esa ecuación ahora se niveló con el entrenador o, incluso, advertís un mayor intervencionismo ahora como entrenador respecto de los DT que tuviste cuando eras jugador?

 

-Es que el fútbol es esencialmente del jugador. La función del entrenador es, en mi opinión, liderar, convencer y organizar a un grupo de personas (no solo a los futbolistas), para trabajar en torno a un conjunto de objetivos comunes. Todo lo demás, el talento, el físico, la creatividad, los goles, la improvisación y las emociones las pone el jugador. El entrenador, junto al cuerpo técnico, debe intentar ser una buena guía, un buen canalizador.

 

 

-¿Qué te movilizó a venir a trabajar de este lado del Atlántico? ¿A América y al América?

 

-No fue una decisión sencilla. Extrañaba el día a día, la rutina del entrenamiento y de la competición, pero estaba muy orgulloso de mi rol institucional en el Real Madrid, que es el club de mi vida. El América presentó la oportunidad de volver a la cancha y de competir por títulos. Entonces le pedí permiso al Real Madrid y aquí estoy. Con su popularidad enorme y esa exigencia de competir siempre para ganar, el América me ofrece un entorno competitivo que conozco y que me motiva.

 

-Empezaste tu carrera de entrenador en Primera División por lo más alto: Real Madrid. ¿Cómo aparece la motivación para aceptar otro proyecto después de semejante experiencia bautismal?

 

-Si te encanta el deporte te motiva la búsqueda, el desafío. Ese proceso que es la rutina del entrenamiento y la competición. El día a día de la pelota. No hay mucho misterio.

 

-Pasaron 20 meses entre que dejaste de ser el DT de Real Madrid y la asunción en América. ¿A qué le diste lugar en este tiempo, a la autocrítica, a la capacitación? ¿Dudaste en seguir en la profesión o el ‘estreno’ te confirmó que la elección había sido la correcta?

 

-Desde 2013 hasta el primer día de este año trabajé en distintas funciones en el Real Madrid, desde formador, entrenador y embajador, representando al club en diversas actividades. Servir como embajador al Real Madrid ha sido uno de los honores más grandes de mi carrera.

 

-¿Volver a Real Madrid como entrenador es un desafío íntimo, un merecimiento que habrá que volver a ganarse, u hoy ni aparece entre tus pensamientos…?

 

-No necesito ser el entrenador del primer equipo del Real Madrid para sentirme parte. Soy madridista. He disfrutado en cada una de las distintas funciones donde me tocó servir al club durante 13 años. Es más, ahora, que entreno al América, siento que mi formación madridista es la que me guía.

 

-¿Qué es lo más difícil de entrenar? ¿El juego en sí mismo o la gestión del vestuario?

 

-Lo que llamamos “entrenar” es un ejercicio integral. Es difícil que haya buen entrenamiento sin gestión, y no alcanza hacer una buena gestión sin conocimiento o sin una metodología adecuada.

 

-¿Y el vínculo con los medios? ¿Cómo hacer equilibrio entre tu posición y las concesiones cuando el dueño del club, de América, es Televisa, una cadena tan poderosa?

 

-Cumplo con mi parte. México es un país gigantesco y hay muchísimos medios de comunicación y se expresan libremente con respecto al América. Todos tienen acceso y se los atiende de la misma manera en las ruedas de prensa. En ese sentido, el club América es un ejemplo.

 

-River, Real Madrid, Inter... Jugar en equipos tan grandes hizo que tuvieras que acostumbrarte a alternar entre jugar y esperar. Hoy, como entrenador, ¿empatizas de otro modo con el suplente por tu propia experiencia?

 

-Titulares o suplentes son categorías que no considero útiles. Hay jugadores que inician los partidos y jugadores que terminan los partidos. Ambos son igual de importantes. Luego, hay jugadores que no participan del partido. Esos son fundamentales. Muchas veces la salud de un equipo depende más de la actitud de ellos que del resto.

 

Esta no es una opinión mía a partir del 2013, cuando nació el entrenador, no, no se trata de una visión de entrenador. Siempre viví la profesión igual. He tenido la suerte de ganar muchos títulos como futbolista y no me siento más orgulloso de la Champions de Glasgow, donde jugué todo el partido, que de la final de la Supercopa Sudamericana en el Monumental. No he celebrado más las ligas ganadas con el Madrid, donde era de los que más partidos acumulaba a final del año, que las del Inter, donde participé menos, o las que me tocó ganar con River. Disfrute de cada una de ellas. No hay grandes títulos ganados por 11 jugadores porque no hay grandes equipos de 11 jugadores. No existen. Titulares y suplentes no son categorías que nos sirvan para entender el juego.

 

-¿Qué significó haber pertenecido a los Galácticos? ¿Cómo lo viviste entonces, y si hoy, a la distancia, las sensaciones coinciden? Un día, ‘Cuchu’ Cambiasso dijo: “Menos mal que de muchas cosas uno no toma dimensión cuando ocurren….”

 

-Puede ser... personalmente, siempre tuve conciencia de la dimensión del Real Madrid. Ese período entre 2000 y 2006, el de “los galácticos” para la prensa, no es una foto fija. Fue una época gloriosa pero también hubo momentos difíciles. Y digo que fue gloriosa no solo por los títulos, especialmente la Champions League de Glasgow en 2002, que coincidió con la celebración del centenario del club, sino también por los increíbles jugadores que fueron llegando año tras año y porque estuvo marcada por un cambio de estrategia institucional, impulsado por el presidente Florentino Pérez. Un cambio que transformó al Real Madrid para llevarlo al siglo XXI y poder continuar dominando la escena. Ahora el club está en medio de la remodelación del estadio, que será una maravilla. Es muy importante, para dimensionar el éxito de la gestión, entender en qué contexto compite el club. El Real Madrid pertenece completamente a sus socios. Eso, que es orgullo del madridismo, es una rareza entre los grandes clubes de Europa, casi todos pertenecientes a capitales privados.

 

-Zidane y Guardiola son dos contraejemplos de una tendencia que podría comenzar en Pelé y Maradona, ¿por qué es tan difícil que un futbolista genial marque época también como entrenador?

 

-Desde luego que, entre esos nombres que planteás, Zidane cumple con ambos requisitos. Ha sido un futbolista genial, ganador del Balón de Oro, campeón del mundo y también un entrenador inigualable, por sus títulos con el Madrid. Me gustaría agregar un nombre que se tiende a ignorar en Argentina: Don Alfredo Di Stefano. Jugador legendario. Icono madridista absoluto. Ganador como entrenador de ligas en Argentina y en España y Presidente de Honor del Madrid hasta su fallecimiento. Di Stefano ha representado a su país natal con gloria.

 

Jugar y dirigir son trabajos muy diferentes y las cualidades necesarias para ejercerlos no son las mismas, por eso hay tan pocos ejemplos como los que referís, y por eso también hay tan buenos entrenadores que nunca han sido futbolistas y grandes futbolistas que no entrenarán.

 

"Zidane es un entrenador inigualable". Lo firma Santiago Solari; el francès y Enzo Francescoli son las debilidades del argentino..., y jugó con ambos

"Zidane es un entrenador inigualable". Lo firma Santiago Solari; el francès y Enzo Francescoli son las debilidades del argentino..., y jugó con ambos

Clive Brunskill - Getty Images Europe

-¿Tenés alguna posición en la dicotomía generacional de los entrenadores? De Roy Hodgson (73 años, Crytal Palace), Tabárez (74), Pekerman (71), Jorge Jesús (66), Manuel Pellegrini (67), Sarri (62) o Ancelotti (61), a los 33 años de Nagelsmann en Leipzig, pasando por Pirlo (41), Arteta (39), Gattuso (43), Inzaghi (47)… y tus 44 años.

 

-Para mí, lo que define la vigencia del entrenador es su capacidad de trabajar y de conectar con un grupo. Su desempeño. La edad, con suerte, aporta experiencia. Es cuestión de personalidad, curiosidad, capacidad, energía y muchos otros factores, pero no del DNI.

 

-Desde las sensaciones, has empatizado de alguna manera con Lionel Scaloni (42 años): muy joven y al frente de un desafío como la selección argentina, ese lugar que se entendería que es el premio luego de una carrera rica en experiencias.

 

-Por supuesto que entiendo a mis colegas. La profesión es intensa. Las pasiones (o la insensatez) en el fútbol están siempre a tope y los entrenadores somos el blanco de todo y el primer fusible. Cuanto más grande es el club, o la selección, más grande es el ruido. Conozco a Lionel desde que tengo 8 años porque también jugaba en Newell´s y espero que les vaya bien a la selección, a él y también a Romeo, Aimar, Placente, Batista y sus cuerpos técnicos en juveniles.

 

-En 2012, en un artículo tuyo titulado “Messi, el goleador inclasificable”, no te ahorraste elogios para él. Al año siguiente, ya definiste como “inhumana” su regularidad…, y llegamos a 2021 con Messi rompiendo récords. ¿Qué agregarías?

 

-No hay nada más que decir de Messi como jugador. A mí me gustaría destacar a Messi como persona. Un deportista que se ocupa de su oficio. Nunca se dejó llevar por los cantos de sirena de la demagogia. Para mi es el auténtico genio rebelde. El “sistema” exige subirse al altar y entregarse al rito que manda el populismo. Messi es un antisistema. Messi vuela libre.

 

-¿Qué crees que se dirá o escribirá de Maradona, digamos…, en 100 años?

 

-Maradona es, por el contrario, el genio trágico. Diego los gambeteó a todos, salvo a sí mismo. Su fútbol y su vida nos hicieron pasar por todo el registro de emociones. Maradona podría ya ser un arquetipo literario. Con la suerte que tenemos de que ambos dioses absolutos del fútbol sean argentinos, creo que, en vez de compararlos todo el tiempo, deberíamos celebrarlos.

 

“Marcelo Gallardo es la elite”

El día que Santiago Solari debutó en la selección argentina, cuando reemplazó a Ariel Ortega en un amistoso contra España…, Diego Simeone estaba en la cancha. El día que Solari marcó su único gol en la selección, en un amistoso contra México…, Simeone estaba en la cancha. El día que Solari dirigió el primer derbi de Madrid…, Simeone estaba en el otro banco de suplentes. Durante cuatro meses, Simeone fue el jefe de Solari, de abril a julio de 2009 cuando los reunió San Lorenzo. La presentación del ‘Cholo’ en el Ciclón fue en un clásico frente a Racing, que terminó 1 a 1…, con gol de Solari para el equipo azulgrana. Increíble cadena de coincidencias. Se aprecian, se respetan. Por eso no extraña que empiece por el entrenador de Atlético de Madrid cuando se le pregunta por un póquer de compatriotas colegas, del ‘Cholo’ a Marcelo Bielsa, de Mauricio Pochettino y Gerardo Martino.

 

“Todos ellos, con distintas trayectorias, son excelentes. Como colega, no creo que me corresponda evaluar o comparar sus trabajos. Solo puedo expresar mi respeto y admiración porque conozco bien las dificultades de la profesión. A Diego Simeone le tengo cariño y mucho respeto, como su “alumno” en San Lorenzo y ahora como colega. Martino fue uno de mis ídolos desde aquel Newell’s de los ’80. Después tuve la suerte de verlo más de cerca. Yo bajaba a la cancha a ver los entrenamientos en el Heliodoro López, en Tenerife. Ya cuando él entrenaba a Newell´s, me abrió las puertas en Bella Vista para permitirme ir a ver su trabajo cuando yo estaba terminando mi titulación. Es un gesto que le agradezco muchísimo”, resume Solari.

 

-A la distancia, ¿qué seguimiento o visión tenés del fútbol argentino?

 

-El jugador argentino es un animal competitivo. En los grandes equipos europeos, la presencia de un jugador argentino casi siempre supone un aporte de carácter, de liderazgo, de compañerismo, de sentido del humor. En Argentina, el talento de los futbolistas se debe abrir paso entre las dificultades que enfrentan en el fútbol y en el medio en general.

 

-¿Cómo observás a la selección argentina en un período de recambio generacional?

 

-Todas las instituciones pasan por periodos de renovación. La selección argentina no es ajena a esto. Ojalá los nuevos talentos que asoman nos llenen de ilusión renovada y de títulos, que también los necesitamos mucho.

 

-Te imaginabas que éste entrenador habitaba en Gallardo cuando eran compañeros en River?

 

-Me alegra enormemente la carrera de Marcelo Gallardo. Fue un gran compañero de equipo. Celebro sus victorias y las de River.

 

- Como dijo Valdano hace poco, ¿inexorablemente el fútbol europeo le hará pagar una aduana en algún club intermedio antes de darle la chance de probarse en la elite?

 

-¡No lo sé!, porque tampoco sé cuáles son los deseos o los planes de Marcelo. En mi opinión, Gallardo es la elite. No debemos nunca perder la perspectiva de que son muy pocos los que consiguieron títulos para sus clubes primero como jugadores y después como entrenadores.

 

-¿Y te imaginabas a Hernán Crespo como entrenador? ¿Y a Burgos? Ha llegado a tu primer club, a Newell’s, lo estarás observando…

 

-Estoy pendiente de todos, somos excompañeros. Nos divertimos, nos sacrificamos y celebramos o sufrimos juntos. Eso queda para toda la vida, les deseo siempre lo mejor. Germán, junto a Hernán Díaz, Astrada, Enzo o Berizzo, era uno de los referentes en aquel River histórico de los ’90. Ellos, de alguna manera, marcaron mi forma de entender la profesión. Y con Hernán [Crespo] hemos coincidido tanto en River como en el Inter de Milán.

 

-¿Te gustaría dirigir en la Argentina, lo tenés anotado en alguna agenda del futuro? River, ¿un sueño?

 

-La pelota rueda para cualquier parte y a mí me encanta entrenar. En este momento estoy muy contento y agradecido en el América y le dedico lo mejor de mí.

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