Ese festejo loco, esa montaña de jugadores de Arsenal construida sobre
Campestrini, el héroe de los penales, fue el símbolo de la justicia. Es que ese
equipo modesto de Sarandí siempre había sido superior al poderoso Boca. Sólo a
partir de los palos y de las seguras manos de Ustari se podía entender que la
historia llegara a esa instancia emotiva. La Supercopa Argentina, en su primera
edición, se la llevó el que sin dudas lo merecía. Será difícil que Boca pueda
jugar peor y no perder en 90 minutos. El golpeado Arsenal respiró, mientras que
Boca terminó dando un gigantesco paso atrás, justo cuando debe afrontar partidos
decisivos en la pelea por el título del Inicial.
Después del clásico con San Lorenzo que lo devolvió a la victoria, había quedado una duda sobre Boca: ¿hasta qué punto había sacado ventajas en el desarrollo por virtudes propias o por groseras falencias rivales? Arsenal, más allá de su floja realidad y de haber sido tres veces goleado (por San Martín de San Juan, River y Vélez), era una buena prueba para saber si Boca había dado un paso adelante o había sido un simple espejismo.
Después del clásico con San Lorenzo que lo devolvió a la victoria, había quedado una duda sobre Boca: ¿hasta qué punto había sacado ventajas en el desarrollo por virtudes propias o por groseras falencias rivales? Arsenal, más allá de su floja realidad y de haber sido tres veces goleado (por San Martín de San Juan, River y Vélez), era una buena prueba para saber si Boca había dado un paso adelante o había sido un simple espejismo.