En su cuenta de Instagram con más de 11 mil seguidores, Nicolás Abot se autodefine como un mochilero del fútbol. Es que con este deporte no sólo ha acumulado entrenamientos, partidos y goles, sino que, viajando, jugando y viviendo con lo puesto, también sumó múltiples kilómetros y experiencias que intenta capitalizar día a día. Hace tiempo ya que cayó en la cuenta de que su carrera sería diferente a la de la mayoría de los futbolistas profesionales.
Las malas experiencias y los golpes que le dio el fútbol
no le hicieron abandonar, sino que lo impulsaron a hacerlo sí o sí. “Salir de
esa locura y verlo desde otra óptica me permitió seguir jugando al fútbol y
vivir de lo que amo”, cuenta a LA NACION desde su departamento en Trípoli, a
dos horas de Atenas.