Que Boca pocas veces tuvo f煤tbol ya es sabido. Que el brillo no es parte de su personalidad se analiza desde hace un buen tiempo. Que no es un asunto de un mal de ausencias, m谩s all谩 del adi贸s de Riquelme: el estilo no provoca calidad. Boca siempre fue (por lo menos, con Julio C茅sar Falcioni en la conducci贸n) un producto del ensayo, del laboratorio, de la t谩ctica, de la solidez, de lo grupal por sobre la est茅tica. Nada malo, por cierto: de esa forma, sol铆a irle bien.
Un torneo local y una Copa Argentina, al margen del golpazo de la perdida final de la Copa Libertadores, se ofrecen como muestras: con esa peque帽a gran dosis de eficacia, suele ser superior a la mayor铆a de los exponentes de nuestro medio. Verdaderos h铆bridos envueltos en vaivenes, con peque帽as excepciones, como Newell's, como V茅lez. Boca es Boca, porque el resto es lo que es: un tiro al aire.