Bajo el techo del estadio Nacional Arena, erguido en el corazón de la fría Bucarest, se mueven once jugadores. Alejandro Sabella detiene la práctica y charla con ellos. Refresca conceptos. Les transmite, una vez más, sus ideas. Se trata, a fin de cuentas, de los futbolistas que el domingo 15 de junio, en Río de Janeiro, empezarán a transitar el camino hacia la final de la Copa ante Bosnia Herzegovina, el primer obstáculo de cara a la obsesión mundialista, con Lionel Messi iluminando cada paso, buscando que el equipo no luzca opaco, más allá de los altibajos defensivos.
Por eso este ensayo ante Rumania, un rival que vivió sus tiempos de gloria justamente ante Argentina en Estados Unidos ‘94 y de la mano del inolvidable
Gheorghe Hagi, toma una dimensión superior a la de cualquier amistoso. Es que se trata de la primera y la última prueba seria antes del desafío en tierra brasileña. Porque a pesar de que entre este duelo y el Mundial hay otros dos partidos, el 4 de junio contra Trinidad y Tobago en River y el 7 frente a Eslovenia en La Plata, no resultan adversarios que hagan temblar el pulso.
Hay un equipo base, ese que Sabella reconoció que no pudo utilizar con la continuidad que hubiera pretendido durante el año pasado, cuando lo jaquearon las lesiones, incluso las del propio Messi. Y aunque el técnico le haya buscado un costado positivo en la conferencia de prensa, “porque pude ver en acción a otros futbolistas”, este es el momento de darle rodaje a su formación fetiche. Entonces, por más versátil o moderno que intente mostrarse Pachorra, en realidad, se ajusta a los parámetros más clásicos del once de memoria.
Una de las decisiones más fuertes del entrenador, sin ninguna duda, es sostener a Sergio Romero. A pesar de los cuestionamientos de los hinchas, la crítica especializada y su inactividad en Mónaco, Sabella tiene fe ciega en Chiquito. “Le encanta”, dicen en el entorno del técnico, a pesar de sus bajas actuaciones y su permanente presencia en el banco del Mónaco. Lo justifica al número uno nacido en Misiones bajo la excusa de que “compite con otro arquero muy bueno y este es el momento en el que el entrenador debe darle confianza al jugador”. Por eso, más allá de la gran actualidad de Wilfredo Caballero y de las presiones para incluir a Sebastián Saja en la lista de convocados, se la jugará con Romero en el rol de titular y Mariano Andújar, del Catania, y Agustín Orion, de Boca, como suplentes.
La defensa, tal vez la línea más cuestionada, ya cuenta con Pablo Zabaleta (Manchester City), Ezequiel Garay (Benfica), Federico Fernández (Nápoli) y Marcos Rojo (Sporting Lisboa) como abanderados. Terminó inclinándose por estos cuatro jugadores después de barajar alternativas, entre ellas, Lucas Orban (Girondins de Burdeos) y Facundo Roncaglia (Fiorentina), quienes tuvieron su chance en la gira que la Selección llevó a cabo en noviembre de 2013, y Lisandro López (Getafe), quien no era citado desde el último Superclásico de las Américas, en noviembre de 2012, con Brasil en la Bombonera.
El mediocampo tiene a