lora Magalí. Y a su lado llora Noelí. Y también David y Agustín. Los cuatro ríen, cantan, saltan y vibran bajo la lluvia en la Belgrano, bien cerquita de esos jugadores que dan la vuelta olímpica envueltos en un manto rojo y blanco. Valió la pena llegar tan temprano para gozar la fiesta del final. Lloran Ana, Facu y Juan en un palco después de gritar hasta la disfonía los goles de Alario, de Sánchez y de Funes Mori que, al cabo, firmaron la estelar consagración. Y brindan con un champán francés especialmente traído para esta celebración. Lloran Mariano y Esteban en la San Martín abrazados en ese canto de amistad desde que la vida los unió. Y llora Julieta en la Sívori, casi al lado de Los Borrachos y el resto de la barra. Lloran todos de la emoción porque ellos no vieron a River campeón de la Libertadores. No estuvieron en Cali y en el Monumental en el 86 y tampoco en el 96. Por eso, el sabor de la primera vez tiene un gustito a felicidad. River es campeón de América por tercera vez y toda la familia, la que está en la cancha y la que lo vio por televisión, está unida en esa comunión que hoy les regala la tecnología para comunicarse a través de las redes sociales. Unos y otros son un solo grito. Una sola bandera. Un himno, casi... "De la mano del Muñeco, vamo' a Japón...".
La emoción deja paso a la algarabía en el momento de la premiación. Las casi 70 mil almas que están en la cancha y los millones que lo vieron por televisión, en la Argentina y en el mundo, son un grito único: "Dale campeón!". Las medallas cuelgan en esos cuellos orgullosos. La Copa es alzada por los capitanes del nuevo campeón (Cavenaghi y Barovero). Los papelitos dorados viajan de un lado a otro por ese viento huracanado. Y la lluvia, que fue una bendición, ya ni siquiera les molesta. Los hinchas secan sus gargantas con todos los himnos dedidados a los "primos" que hoy no deben estar pasándola bien. "Si querés dar la vuelta, no te quedes con ganas..." gritan y gritan, mientras en la tribuna aparece una bandera que es todo un símbolo, y también un mensaje irónico e hiriente: "Gracias Panadero".